Cacharrería Bolsillera
Aunque la Powershot S90 se ha convertido en un apéndice de mi cuerpo desde que la comprara el verano pasado, muchas veces le hago un feo y la dejo en casa. Es que odio llevar los bolsillos cargados y para mi no se ha hecho eso de llevar el bolsito a la bandolera en plan modernukis.
Atardecer de verano durante un paseo en bicicleta.
Hace algún tiempo ya hablé de que más vale móvil en mano que foto perdida. Y no es la primera vez que pongo una foto de móvil en este blog. El caso es que hace unos meses cambié de móvil y todavía no he puesto nada hecho con él. Entre otras cosas por culpa/gracias a la S90.
La semana pasada quedé un día en el centro a tomar café y como sobraba tiempo me fui andando. No llevaba S90 pero al pasar por la Casa Pilatos no me resistí a repetir una foto que en su tiempo tomé con película Kodak Tri X.
Una foto atípica en mí porque no soy dado a este tipo de detalles. La foto está obtenida de un escaneado de negativo.
La semana pasada, al volver a pasar por el lugar no me resistí a volver a hacer la foto... por tercera vez. Recuerdo que debo tener alguna versión hecha con réflex digital. Así que, ¿por qué no hacerla ahora con el teléfono?.
Si hace unos años, cuando algo como esto era lo más puntero en fotografía digital, te dicen que un teléfono te daría 5 Mpíxeles y este macro me habría revolcado por el suelo de la risa. Sobre todo yo, que aunque gadgetómano, en su momento fui muy reacio a dar el salto del pigmento al pixel.
La culpa la tuvo mi hermana que trajo a casa una compacta de Canon y anduve pidiéndosela prestada para experimentos hasta que acabé comprando una Powershot G5. Probablemente la cámara a cuya compra le he dado más vueltas.
La culpa la tuvo mi hermana que trajo a casa una compacta de Canon y anduve pidiéndosela prestada para experimentos hasta que acabé comprando una Powershot G5. Probablemente la cámara a cuya compra le he dado más vueltas.
Después de su compra, mis carretes de Tri X siguieron compartiendo espacio con los yogures en el frigorífico de mi madre. Incluso después de la compra de una EOS 10D. Me costó, me costó cambiar.
Siempre he sido abierto a experimentar aunque sólo sea por divertimento. Y de igual manera que en la época analógica me divertía usar una Lubitel encuentro divertido usar cacharrería digital cuya principal función no es precisamente fotografiar, ¿o sí?. Puede que acabemos diciendo "¡mira!, ¡una cámara de fotos que lleva teléfono!. Al fin y al cabo un iPhone es más o menos un cacharro en el que lo de menos es hablar por teléfono.
En cualquier caso la S90 sigue siendo la niña de mis ojos con la que sigo haciendo las fotos que más empeño tengo en conseguir cuando no voy de fotógrafo por la calle. Pero no puedo negar que me gusta juguetear con las aplicaciones que te permiten obtener fotos tratadas como si estuvieran hechas con viejas cámaras y películas.
De esa misma tarde es esta foto hecha tal cual con el teléfono. Foto que me sorprende por el poco ruido tratándose de una foto hecha con un teléfono sin asistencia de flash ni de apoyo.
Y éstas son versiones hechas con Instagram, una aplicación para imitar viejas cámaras y películas y compartir en redes sociales. (La última parte la suelo evitar, no soy muy de redes sociales).
Ésta otra foto está realizada en el interior del Hotel Barceló en la pausa entre dos charlas del Eventoblog.
Con Hipstamatic, otra aplicación fotográfica, los resultados son muy diferentes sin haber variado las condiciones de luz.
Por delante de este edificio paso todos los días a la hora de comer. También con Hipstamatic.
Me costó aceptar la tecnología digital pero debo reconocer que la capacidad de experimentación y diversión sin mirarse en el coste de cada disparo no tiene precio. La prueba de ello es que mi réflex más nueva acaba de dar la tercera vuelta de contador.... ¡30.000 fotos!
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¡Feliz 30.000 fotos!
ResponderEliminarJeje, no sabía que yo tenía la culpa de tu afición a las compactas digitales! Me alegro!!!
:-*