Las Bodas de Fígaro
Ya sabéis por las últimas entradas la euforia que me produce volver a la rutina tras el verano. El punto álgido se produce cuando tiene lugar el cambio al horario de invierno y te encuentras con que es de noche antes de las siete de la tarde. Soy así. Me gusta el verano. Pero esta vuelta tiene sus compensaciones y una de ellas es el inicio de la temporada en el Teatro Maestranza. Y ha sido una buena reentrada. He disfrutado con esta primera ópera del año, Las Bodas de Fígaro, sin ser yo especialmente mozartiano. Antes de comenzar ya me anunciaron que el iluminador era bueno (disculpadme pero soy incapaz de poner el nombre en pie) y realmente fue así. Una escenografía llena de luces laterales que tanto me gustan con grandes sombras alargadas y haces de luz sobre el suelo. Luces demasiado duras para una cámara fotográfica que acentúa la diferencia entre sombra y luz, pero no para el ojo humano que es, al fin y al cabo, para lo que fue concebida la iluminación. Ojalá un día se