¡Con Lo A Gusto Que Estaba!
Son las 4:20 de la madrugada, hora de Nueva York cuando comienzo a escribir en la penumbra de mi asiento de avión algunas notas para desarrollar. El piloto dice que vamos a 11.000 metros sobre el mar y que la temperatura en el exterior es de 56º bajo cero, aunque yo juraría que es la del interior. Que manía de congelar a los pasajeros. Yo creo que lo hacen para que se muevan poco de sus asientos. De todas formas llevo 10 días bregando con el quita y pon de prendas y pasando del calor extremo de la calle al frío glacial de los museos, de las tiendas y de cualquier cosa bajo techo y paredes. Uno de los días encontré mi habitación de hotel a ¡19 grados! ¿Quien necesita minibar con esas temperaturas?. Luego nos quejaremos del calentamiento global. En cualquier caso, tiritones aparte, un viaje a Nueva York siempre está lleno de estímulos para los sentidos.y probablemente el de la vista sea el que más disfrute. Es un destino obligado para fotógrafos. Pero la ciudad de