Las Fotos de la Memoria
No hace mucho hablé de una foto en lugar de publicarla. Hoy, tres años y medio después, hablaré de otra foto que sólo existe en mi cabeza.
La profesión de mi padre siempre fue la de conductor. Se había pasado toda una vida llevando personas de un lugar a otro. Encantado de poder hacerlo. A él no le gustaba el asiento de copiloto. Le gustaba conducir, le gustaban los coches. No quería que le llevaran, él quería llevarte.
Con el tiempo empezó a sentirse cómodo siendo el copiloto de su hijo. Mi trabajo me costó porque mi padre era más exigente al volante que 20 examinadores de tráfico juntos. Me convertí en el chófer de cabecera de mis padres.
Una noche de invierno los llevaba a una consulta médica cerca de la calle San Pablo. Los dejé en la puerta y me fui a buscar aparcamiento. Cinco minutos más tarde encontré una imagen que quedó grabada a fuego en la tarjeta de memoria de mi cabeza. Los dos me esperaban debajo de la luz de una farola cogidos del brazo de la forma más tierna que uno pueda imaginar. Como protegiéndose el uno al otro. De golpe y porrazo caí en la cuenta de que se me estaban haciendo viejitos.
Han sido tres años y medio muy duros para mi madre. Entre los numerosos achaques de salud el más duro fue sufrir la pérdida de su marido. Si no fuera por el amor hacia sus hijos y a sus nietos, habría querido marcharse para siempre al día siguiente. Aguantó tanto como pudo hasta agotar todas sus fuerzas.
En mi familia no besamos a cualquiera pero sí lo hacemos mucho. Y durante estos tres años, mi hermana y yo hemos doblado la dosis recomendada de besos y abrazos a mi madre que ya eran muchos. La única medicina que se puede administrar sin control, sin temor a quedarte corto.
Mi sobrino Ángel, de seis años, preguntaba hace unos días: ¿cuánto se tarda en llegar al cielo?.
Seguro que muy poco. Ella ya tenía un chófer esperándola.
Para Eduarda y Julio, os quiero.
Un abrazo, Julio.
ResponderEliminarAmigo Julio, la foto que acabas de describir es la que más veces le voy a poner que me gusta.
ResponderEliminarUn abrazo
Un texto muy bello.
ResponderEliminarUn abrazo, Julio.
Vaya fotón te acabas de marcar a pesar de que me has hecho soltar alguna lagrimilla. Siempre los llevaré a los dos en mi corazón, eran muy especiales para mí.Besos primo.
ResponderEliminarUn abrazo Julio. Ya sabes donde estoy.
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ResponderEliminarCon un hijo capaz de una evocación como ésta deben haber sido felices y haber hecho muy bien su tarea.
Te abrazo, amigo.
Un beso grande, amigo...
ResponderEliminarQuerido Julio. Un abrazo muy muy grande. Es un privilegio poder ver con tus ojos. Sigo a tu lado.
ResponderEliminarAcabo de ver esa foto. Gracias por poner palabras a los sentimientos.
ResponderEliminarUn abrazo del anónimo.
Gracias a todos por vuestras muestras de cariño. Un gran abrazo.
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