Una Excusa Como Otra Cualquiera
Un fin de semana de febrero Isa y yo estábamos leyendo la prensa y nos llamó la atención una noticia sobre la exposición que iba a llevar a cabo Miquel Barceló en la Biblioteca Nacional de Francia. Se trataba de algo efímero, frescos de arcilla sobre una cristalera que tras la exposición desaparecerían. Las miradas se cruzaron pensando en lo bien que estaría convertirlo en una excusa para montarse un fin de semana en Paris. Barceló nos parece uno de los artistas más interesantes de la actualidad, la excusa era buena. Aunque la verdad es que ya llevábamos tiempo queriendo repetir. Y como la fecha de inauguración se plantaba en Semana Santa convertimos lo del fin de semana en cuatro días.
Definitivamente en París el concepto de frío no concuerda con el que tenemos en el sur de España. La máxima que tuvimos algún día creo recordar que fue de 11ºC. No vamos a hablar de la mínima para no herir la sensibilidad de algún lector. Aún así la verdad es que esta visita me ha gustado muchísimo más que la que hicimos hace dos veranos en pleno agosto. Para empezar está muchísimo menos turistizada y menos invadida por los palos de selfie con su japonés adherido. Cualquier lugar tiene buena calefacción, cosa que no se puede decir de los aires acondicionados en verano que en muchos restaurantes brillan por su ausencia. Y París no deja de ser París. Las terrazas de los restaurantes siguen estando a rebosar de parisinos a los que no les importa el frío con tal del disfrutar del aire libre mientras comen y beben. Que no todo son desventajas pues aquí pides una cerveza del tiempo y te la ponen bien fresquita.
¿Móvil o Réflex?
Poco equipo fotográfico y muchas fotos. Tres objetivos fijos: 35, 50 y 85mm y algún uso ocasional del 16-35mm que llevaba Isa. También muchas fotos con el móvil. El cambio del iPhone 4 al 6 se ha traducido en el transcurso del año en un incremento brutal del número de fotos que hago con él. La mejora sustancial de la óptica, el sensor y el hecho de que esté siempre disponible a tiro de bolsillo lo propician. Tanto que al final lo sigo usando aún cuando voy con la réflex.
Pero al pan, pan y al vino, vino. Por ello esta entrada será sólo de fotos con móvil y habrá otra de fotos réflex. No tiene sentido mezclar dos estéticas tan diferentes cuando en la medida de lo posible trato de no mezclar ni siquiera el color y el blanco y negro salvo cuando me queda alguna foto huérfana que pienso merece la pena ser mostrada.
Unos días muy tranquilos, para pasear despacio o quizás debería decir para revisitar. Salvo la Biblioteca Nacional, y Saint Chapelle todos los lugares ya eran conocidos. También para saldar deudas. La última vez dejamos para la última noche cenar de picnic a los pies de la torre Eiffel. Vino, foie, quesos, sí, sí... muy típical, pero vosotros también lo haríais. La deuda era que me faltaba "tocar" la torre. No queríamos subir, no queríamos quemar parte de la mañana en hacer colas. Queríamos verla de cerca, percibir las dimensiones de las que sólo eres consciente cuando estás en su base. Tener la cercanía que te descubre lo que podría disfrutar un aficionado a las construcciones de Mecano. Descubrir que no querrías estar en la piel del que le tiene que dar la capa de minio.
El turismo en París no tiene fechas. Quizás encontrarás menos en pleno invierno por ese frío espectacular y especialmente húmedo a las orillas del Sena pero en cualquier caso hay lugares que será imposible ver si un sólo turista. Así que esta vez decidimos ir a Montmartre a primerísima hora de la mañana. Tan primerísima que pillamos a los dibujantes de retratos con la guardia bajada y afortunadamente después de días de nublados hubo incluso cielos bonitos.
He dicho revisitar. Bueno, no todo. En lo que se refiere a comer y beber hemos querido descubrir más cosas, algo con lo que especialmente disfruta Isa. Lo único que quisimos repetir fue comprar un vino de la denominación Beaujolais, que descubrimos por recomendación de un tendero de la Isla de San Luis donde compramos quesos y foie en el anterior viaje. Comer en París es caro pero es imposible resistirse al encanto que posee su gastronomía en el país que mejor la ha sabido vender. Por ello estás dispuesto a sufrir esas pequeñas mesas donde tienes que jugar al Tetris con la disposición de los platos servidos por camareros de largos delantares blancos que para un español parecen salidos de una película.
Volviendo al principio de esta entrada, ya demasiado larga, hablaba de la excusa que no necesitabamos: Barceló. Te puede o no gustar, aunque no entiendo lo segundo. Pero si así fuera seguro que no te deja indiferente. La posibilidad de ver estos espectaculares frescos de arcilla y saber que esta obra será efímera hace que la visita sea obligada. Por sus dimensiones será difícil apreciar en forma impresa en un libro que no fuese un desplegable de gran tamaño. Aunque la Biblioteca Nacional está muy lejos del centro de París la línea 14 de metro te deja en la puerta y la entrada es barata, 7€, aunque cualquier cosa te parecerá barata después del sablazo de la Sainte Chapelle, un espacio maravilloso completamente estropeado por los tenderetes de souvenirs.
A todo esto, podemos sumar que cuando leí el nombre de la Biblioteca Nacional de Francia, se me arqueó una ceja. Con las bibliotecas me pasa lo mismo que con los mercados y las tiendas de libros y discos; encuentro estos lugares acogedores, fotogénicos. La BnF es un sitio impresionante por las instalaciones y por sus dimensiones. Desgraciadamente el corazón de esta biblioteca sólo se puede fotografiar con permisos.
Dejamos la visita para nuestro último día de estancia justo al día siguiente de su inauguración, estará hasta el 28 de agosto y se lllama Sol y Sombra.
Lo curioso fue que esta estancia la despedimos con una exposición y la inauguramos con otra que no esperábamos. Nada más llegar nos fuimos paseando por la orilla del Sena camino del barrio latino y nos encontramos con una expo al aire libre de Alberto García Alíx.
Y para terminar algunas fotos más de esos paseos. Especialmente a orillas del Sena, que es lo que pasa cuando las ciudades tienen río, que es un plus.
Y esperando no haber aburrido, en cuanto tenga algo de tiempo... la versión réflex de este viaje.
qué entrada tan bonita!
ResponderEliminarTe dije que esperaría y ha valido la pena. Mucho.
Incluso he esperado a estar en casa para verlas en el ordenador. Cada foto me sugiere un montón de comentarios estéticos y vivencias personales.
(Por cierto... ¿Eso hace tu iPhone 6? el mío no. He comprendido que no se trata del chisme sino de quien lo usa, así que voy a cambiárselo a un sobrino por el 5 que a mí me vale de sobra y que me evitará regalarle el 7, ya en puertas
Si alguna vez se me agotan los argumentos para regresar a París estaré muerto. Coincido absolutamente contigo al respecto del iPhone. Hace poco cambié mi viejo 4s por un 6s; si antes ya era una herramienta importante en el equipo, ahora es imprescindible.
ResponderEliminarMari Carmen, no le digas a tu sobrino que tengo la culpa. Me alegra que te haya gustado. Como dicen, en los dibujos animados... no se vayan todavía, aún hay más.
ResponderEliminarAntonio, conociéndote como te conozco algún día te pediré consejo de qué debo ver en esta ciudad. A buen seguro que descubriré muchos rincones imprescindibles.