Donde Acaba el Cielo

upstairs
Un experimento con el móvil.

A veces alguien me comenta que acaba de conocer mi blog y que quería preguntarme algo. Entonces arqueo la ceja derecha aparentando ingenio y sapiencia aguardando una pregunta sesuda sobre el estilo, la técnica, influencias, paleta de colores...

- Sí, sí, quería saber... ¿cómo haces los marquitos de las fotos?.

Jarro de agua fría. Desarqueo la ceja y me bajo del pedestal que había surgido espontáneamente bajo mis pies mientras un diablillo subido en mi hombro izquierdo me susurra.... “¡No se lo digassss...!”

Otras personas, no me preguntán el cómo sino el porqué. Entre ellas una de las asiduas a este vertedero de mis paranoias. Y es que esta historia tiene una justificación elaborada en mi caso.

Que las fotos parecieran pegadas tenía cierta lógica teniendo en cuenta que este blog en sus orígenes tenía cierto aspecto de diario manuscrito y que incluso tuvo fondo con textura de papel viejo como se puede ver en algunas de las fotos de las entradas más antiguas. Curiosamente los marcos tal como aparecen ahora surgieron justo cuando el blog empezó a parecerse menos a un manuscrito .

Cualquiera que conozca mis fotos desde hace tiempo, sin necesidad de conocerme personalmente, se habrá dado cuenta de un detalle: le doy mucha importancia a la composición. En realidad todos los fotógrafos se la damos. ¿Cómo no hacerlo?.

Cuando comencé a interesarme activamente en la fotografía, Cartier-Bresson y Salgado me obsesionaban y lo siguen haciendo hoy en día. Leyendo sobre el primero descubrí un detalle que me sorprendió: Cartier-Bresson no sólo era un genio de la composición sino que además lo hacía en el visor. Hasta el punto de que en muchas de sus copias se puede apreciar incluso el perforado de la película como prueba de que la fotografía no había sido reencuadrada en el laboratorio.

Una de sus frases lo resume perfectamente: “Una foto se ve en su totalidad, de una sola vez, como un cuadro”. Y desde entonces ha sido algo que he intentado hacer en la medida de lo posible. Aproximadamente el 70-80% de las fotos que enseño son fotograma completo. El que sean buenas ya es otro tema. Especialmente cuando salgo a la calle me gusta ponerme el sobrero de Cartier-Bresson. Entre otras cosas por la libertad de movimientos que tengo cuando estoy en ella. Puedo componer moviéndome y ajustándome a la escena, y no usando el anillo del zoom. Y mi preferencia por las ópticas fijas ayuda y fuerza a ello desde luego. Otra cosa es la fotografía de espectáculos donde muchas veces tienes la movilidad limitada y de repente el zoom no te parece tan mala opción (a excepción de los backstages).

Eso no quiere decir que menosprecie las fotos recortadas. En absoluto. Yo también tiro de tijera. La mayoría de las veces porque pienso que el formato 3:2 no se ajusta a la naturaleza de una foto concreta. Ya sabéis lo que me gusta el formato panorámico y no siempre está uno en situación de poder hacer varios fotogramas para fusionar. En este enlace tenéis un ejemplo de fotografía en la calle donde todas las fotos son fotograma completo. También pueden servir como ejemplo las fotos de Nueva York donde prácticamente el 80% tienen esta característica.

Y a esta altura del texto estaréis diciendo:” joderrr, cómo se va este tío por las ramas”.

Y la respuesta es: sí, me estoy yendo. Me lo dicen mucho.

Pero es que todo este megarrollo justifica, la justificación del marco. ¿Me justifi...? mmmmm... ¿me explico?

Gráficamente:

Imaginad la siguiente foto sin marco.

Victoriano
San Francisco, 1999. Con negativos blanco y negro.

¿Dónde acaba el cielo y dónde empieza el fondo del blog?. ¿No pensáis que se agradece encontrar los límites de la imagen?. Ya sé que es un tema muy subjetivo y que entra perfectamente en el terreno de las preferencias personales pero mis profundas investigaciones estadísticas sobre una amplia población de estudio, o sea: mi familia y mis amigos, arrojan resultados que avalan esta tontería mía. Incluso en el hipotético caso de coincidir el tono de blanco con el del falso paspartú, la sombra pasaría a ser el borde delimitador. (No creé la sombra con ese fin pero quedo fantástico diciendo esta chorrada).

Y ahora imaginad ésta otra colocada en un blog de fondo negro. De hecho es así como se encuentra en la antigua web paralela a este blog. La intención de colocar al bailarín tan descentrado y con todo ese aire habría sido menos evidente.

ALAS4005
El Ballet Nacional de España en el Teatro Real.

Es verdad que esta foto en concreto no tendría en este blog el problema del que hablamos. Pero... el inexistente libro de estilo de este blog dice que las fotos deben llevar marco y yo no soy quien para ir contra las normas.

Un blog fotográfico no es como una página web dónde es lícito y hasta recomendable enseñar la foto en solitario y a un tamaño más agradecido. En el blog hay demasiados elementos gráficos compartiendo el área de la pantalla y a mí al menos me gusta que la foto destaque por encima de todo eso, incluso del texto.

Uso una macro que una vez procesada la foto guarda una versión en alta resolución y sin marco en la carpeta donde está el RAW original y al mismo tiempo crea la miniatura en otra carpeta para usos blogueriles y envíos por e-mail a la familia y amigos.

Pero no creais que esto de la marquitis ha venido con la era web. Hace ya demasiados años, en la época de los haluros de plata, ya le daba a los marcos. Cuando revelaba copias 10X15 pedía filo blanco en las fotos sin saber demasiado bien porqué las prefería. Y pienso que la razón era esa. Inconscientemente me parecían mejor. Podía mirar la foto como un cuadro perfectamente delimitado, sin confusiones con el fondo.

Cuando comencé a hacer mis propias copias en blanco y negro yo mismo comencé a poner esos filos que al final resultan hasta convenientes para usarlos como zona de sujeción en los enmarcados y para que el paspartú  invada la mancha lo menos posible.

Lo malo de ser autodidacta es que a lo mejor hay realmente una razón sesuda para todo esto y yo todavía no me he tropezado con el libro o la persona que me lo explique. Y mientras tanto yo aquí dando la vara con mis explicaciones con bastantes posibilidades de que sean erróneas. Por favor no toméis todo esto como una aseveración firme.

Por último. He retomado de la estantería el libro Cartier-Bresson, El Ojo del Siglo de Pierre Assouline. Desconozco si está descatalogado porque el mío lo compré en ¡Mayo de 2003!. Dios mío cómo pasa el tiempo. Parece que lo leí ayer. En cualquier caso es absolutamente recomendable para cualquier amante de la fotografía.

Buscando una imagen de la portada en Google tuve al final que escanear la mía. Pero ha merecido la pena porque sirvió para encontrarme esta entrevista.




Comentarios

  1. Bueno, estooo...

    Te he leído con mucha atención….y con mucho aprecio por por lo que explicas.

    Las especificaciones técnicas se me escapan, pero las reflexiones sobre el mirar la realidad me interesan y... discrepo un pelín. Lo contaba, pero borro el post que había escrito, porque puede ser poco ágil para el estilo coment.

    Curioso: en la carpeta de "blogs que sigo",con otros, están el tuyo y el de Assouline en Le Monde. Con tantísimos seguidores como tiene Passou, no conocía personalmente a otro.

    ResponderEliminar
  2. Me alegro que te haya gustado pero me quedo con las ganas de leer ese coment. Total, si este blog lo leen cuatro gatos.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Semana Santa Binaria

El Penúltimo Tango en Sevilla

Lo que viene siendo Norma