¿Hay alguien ahí?

Holaaaaaa...

No sé si queda alguien al otro lado. Lo sé. Está muy feo dejar un blog abandonado. Abandonado quizá no sea la palabra exacta porque ni remotamente pensé en ello  Yo diría más bien hibernado. Tampoco. Digamos que lo puse en barbecho.

En este tiempo escribí dos entradas que dejé reposar para convencerme de que merecían ser publicadas. Es evidente que no superaron la prueba. ¿Por qué?

Podría decir que estaba... que estoy enfadado con La Red. Enfadado con su exaltación de lo superfluo, sus fakes, sus algoritmos decidiendo lo que te tiene que gustar, sus retos virales, los trending topics que no deberían ser considerados siquiera un chismorreo de ascensor... ¿Me hago viejo? ¡Seguro! El tiempo es inexorable y no hay dieta viral ni remedio de influencer que lo evite.

Uno era adolescente en los albores de Internet y conoció una época en la que los internautas buscaban iguales con sus mismos intereses, compartían conocimientos y muchas veces incluso se forjaban amistades. 

Ahora si compartes hay que monetizarlo, eso te da derecho a llamarte creador de contenidos y el follower es la nueva unidad de medida para cuantificar la calidad de lo compartido. Así nos va.

En todo este tiempo cerré cuentas de redes que no me aportaban nada y otras las dejé inactivas. He recuperado mis cámaras de película, incluso he hecho Polaroids. Sigo haciendo mis fotos, sigo teniendo proyectos ligados al mundo de la música. Mirar por el visor, identificar un momento e intentar congelarlo en el tiempo me sigue haciendo tan feliz como siempre. Por eso, ahora que ya he puesto por escrito mi pataleta, vengo de nuevo a molestaros con mis fotos.

Podría tirar del fondo de armario generado en estos meses pero hoy voy a poner un par de fotos de un muy reciente viaje a Tenerife, que a pesar de estar planteado con tiempo, en lo fotográfico se salió de lo planeado. Os supongo al tanto del incendio que impidió disfrutar del Parque Nacional del Teide en su plenitud. Pero lo cierto es que durante cuatro días disfrutamos de la isla de Tenerife tanto como para que los cuatro que compartimos horas de coche, caminatas, mesa y mantel tengamos en mente un regreso cercano en el tiempo.

¿Y por qué lo iba a poner fácil? Para empezar una foto que no cabe en este blog. Si estáis sentados delante de un ordenador haced click para verla a mayor tamaño. Si estáis en un teléfono, que Dios os coja confesados. Se trata de una panorámica de 8 fotos verticales de 30 megapíxeles unidas con Photoshop. Una ruta preciosa (y tortuosa) con miradores cada pocas curvas que apetecen disfrutar sin excepción.


En algunas de esas curvas se podía divisar el mar y la isla de La Gomera al fondo. 


¿Sólo dos fotos? Sí. Vamos poquito a poco.

Me alegra reencontraros.




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