Mind the Gap
Así, dicho y hecho. Pensándolo poco. Un viaje a Londres preparado con poca antelación y aún menos planificación. Para desconectar. Dar largos paseos y decidir cada mañana qué nos apetecía hacer. Lo único premeditado durante estos cuatro días fue visitar el teatro Prince Edward para asistir al musical Miss Saigón.
Hacía algo más de año y medio que Isa y yo no volvíamos por esta ciudad que tanto nos gusta y eso había que corregirlo. Hubo un tiempo en el que el promedio de visitas era de 2/3 veces al año. Cuando era posible hacer visitas cortas de fines de semana. Cuando Vueling tenía a buen precio un Sevilla-Heathrow sin escalas con unos horarios hechos para irte un viernes al mediodía y volver el domingo por la noche. Desde hace un tiempo en esta bendita ciudad cada vez tenemos menos destinos a los que volar sin hacer un puñetero transbordo o pagando una burrada con Iberia. Menos mal que existe el aeropuerto de Málaga.
Lo bueno de Londres es que es imposible acabársela. Siempre te dejas algo para la próxima, algo para repetir y algo nuevo para añadir. Casi todo el que me conoce piensa por culpa de mi acusada cinefília y mi devoción por el Woody Allen más neoyorkino que Nueva York es mi destino favorito. Y ciertamente es uno de ellos, una ciudad a la que también me gusta volver una y otra vez. Pero un día Londres se coló por la puerta de atrás seduciéndome para alcanzar el puesto número uno.
Muchas sensaciones me transportan mentalmente a Londres. El olor del bacon y la cebolla lo hacen. También los muffins de chocolate. Pero también me transporto con el sonido. En mi ordenador tengo un archivo de audio que registré hace unos años con el móvil mientras viajaba en metro desde Heathrow a Leicester Square. Es la locución con el famoso Mind the Gap que avisa en cada estación que tengas cuidado con el hueco entre vagón y andén. Escucharla en esa línea de metro era la señal inequívoca de que había llegado. "Mind the gap between the train and the platform". A veces cuando rebusco entre las notas de audio en iTunes me la encuentro y no puedo evitar la tentación de escucharla. Puede parecer una tontería pero es el mejor teletransportador que conozco. En segundos me traslado desde mi escritorio al eterno bullicio subterráneo de esta ciudad.
Me gusta la sensación de viejo. Los restaurantes tienen aspecto vetusto. Paredes de ladrillo visto, suelos de madera, cristaleras gastadas. El lado opuesto de Ikea. ¿Locales modernos de diseño? Sí, los hay pero los esquivamos. Galerías de arte, librerías, tiendas de discos (cada vez menos desgraciadamente)... el paraíso de las compras de cualquier tipo.
Me gusta Covent Garden. Gentío callejero, tiendas, comida, artístas callejeros con público respetuoso al que no le duele en prendas dejar un par de libras en la cestilla. Desde hace tiempo siempre vamos al mismo hotel a solo un minuto de distacia. Estar cerca de Covent Garden es estar cerca de todo.
Hacía mucho frío. Entre -1 y 8ºC. Al menos es mucho frío para dos andaluces. Creo que ha sido la primera vez en mi vida que he hecho fotos con guantes, una prenda que no me gusta usar mucho. Así que he procesado todas las fotos de exterior con temperatura de color fría para acentuar esta sensación.
Esta vez me he ensañado con la catedral de St. Paul durante un paseo la mañana del viernes que empezó en el puente de Waterloo para seguir por la orilla derecha del Támesis hasta el Millenium Bridge, con parada en la Tate Modern. Volviendo luego por la calle Fleet, donde tenía el negocio Sweeney Todd, y acabando en el Soho para comer en Tuscanic.
En medio de todo eso una visita rápida a la Tate Modern, uno de esos museos donde el edificio es tan interesante como el contenido. Si tu obra no cabe en esta galería es que eres un pintor o un escultor muy bestia. Y si eres fotógrafo ya me contarás dónde hiciste las copias de semejante tamaño. Aunque las fotos están hechas con 16mm en full frame sólo tenéis que mirar la proporción con las personillas que aparecen en las fotografías.
La galería Tate fue hasta 1981 una antigua central eléctrica y de ahí ese look industrial dentro
pero sobre todo fuera.
El otro gran paseo fue Camden Town. El paraíso de la comida callejera, de las compras, de la artesanía, de lo alternativo, del "second hand". Merece la pena aunque no quieras comprar nada, cosa que será imposible porque siempre caerá algo.
Hablaba al principio de Miss Saigon. Cuando compramos los billetes de avión no pensaba en la posibilidad de ver el reestreno de este musical, el otro gran éxito de los autores de Les Miserables. Las entradas se agotan rápido y cuando quedan suelen ser de visibilidad reducida o tan lejanas como la puerta de salida. Pero miré la web por si acaso y de forma inexplicable para la poca antelación con la que compraba, encontré dos butacas centradas en la fila sexta para el mismo día de nuestra llegada. ¿Una devolución?. ¿Quién quería saberlo?. Hice click con la tarjeta de crédito en los dientes antes de que volaran.
Hace muchos muchos años me gustaba escuchar la radio por la noche. Uno de los programas que descubrí por casualidad y que se quedó entre los habituales era La Calle 42, presentado por José María Pou y Concha Barral. En ese programa comencé a descubrir el musical en teatro más allá de lo que conocía hasta el momento a través de viejas películas musicales. Me refiero a musicales de verdad, con el diálogo cantado al estilo West Side Story, Cantando Bajo la Lluvia o El Violinista en el Tejado. Y ahí descubrí cosas como Into the Woods, Sweeney Tood o Les Miserables mucho antes de que se convirtieran en películas. Uno de esos descubrimientos fue Miss Saigon.
Miss Saigon es una versión actualizada de Madame Butterfly ambientada en la guerra de Vietnam. Recuerdo haber visto en televisión una ceremonia de entrega de los premios Tony (cuando en España sólo había dos canales, más los autonómicos) y ver algunos fragmentos de este musical. Me sorprendió tanto que acabé comprándome el vinilo y años más tarde la versión en CD.
En su momento hacer un viaje a Londres me quedaba largo para mi poder adquisitivo pero ahora, en su reestreno por el 25 aniversario tenía la oportunidad de saldar la deuda. Y como se puede ver no hemos desaprovechado la oportunidad.
Aquí el tráiler de la obra.
Las fotos hacen un perfecto pendant con el texto, o al revés...
ResponderEliminarEsta es una de las entradas que más me gustan desde hace algún tiempo.
Felicidades
Carmen
Me alegro de ello :)
ResponderEliminarUn abrazo.