Historia De Un Regreso
Durante algunos años era bastante normal que pasara un par de fines de semana al año en Londres, a veces algún puente. Era sencillo e incluso no demasiado caro. Sólo era cuestión de encontrar un vuelo low cost para compensar el precio de un hotel céntrico. Para mí era tan sencillo como salir el viernes a mediodía de trabajar directamente al aeropuerto con equipaje de mano y billete electrónico listo. A la seis de la tarde estaba en el metro de Heathrow dirección a Londres (lógicamente tras ganar una hora en el vuelo) para volver el domingo por la noche. Lamentablemente esto dejó de ser posible. El vuelo que me permitía estas pequeñas escapadas desapareció del aeropuerto de Sevilla. Cualquier planteamiento de escapada a partir de ese momento implicaba días extras de vacaciones o volar a horas incómodas obligándote a pagar una noche extra de hotel sólo para dormir ese día sin oportunidad de aprovecharlo. El resultado de todo esto hizo que mi última visita la hiciese en Marzo de 2011.
¿Qué es lo que hace que me guste tanto Londres?. Podría ponerme en modo espeso y escribir una entrada-tocho pero resumiendo así en unos veinte párrafos... No en serio. Si a alguien no le gusta esta ciudad tendría que hacérselo revisar:
Que eres de museos y monumentos... los tienes y encima un buen número de ellos gratis. Que eres de espectáculos... tendrás dificultad para decidir cuales te perderás por no poder abarcarlo todo. Que te gusta ir de compras... verás las tiendas más especializadas e imposibles que puedas imaginar y el exceso de equipaje será un problema a tu regreso. Que te gusta callejear y pasear... se me ocurren varios paseos para perderte con la única compañía de una cámara. Que te gusta el turismo gastronómico... bueno, he de decir que los ingleses tienen un problema con esto y no llegan mucho más allá del "fish and chips" y la cocina de Jamie Oliver (que a mí particularmente me estresa porque la cocina es algo que entiendo sin prisas). Pero esta carencia la suplen con la más variada oferta de cocina internacional. En siete días no repetimos desayuno excepto uno y eso es porque a mi pareja y a mí nos encantan los huevos benedictina. Incluso puedes comer en un Japonés como si estuvieras en el centro de Tokyo y lo puedo decir porque íbamos acompañados de una experta en cuestiones niponas que se encargó de descubrirnos su restaurante favorito.
Lo que me lleva a otro de los puntos que me hacen amar Londres: es una ciudad que tengo asociada a un grupo de amigos con los que invariablemente me encuentro allí. No siempre nos encontramos todos pero casi. Un grupo de frikis de lo más sano con los que coincidimos algunos de los ocho días de estancia.
El Londres de mi última visita era preolímpico con todo lo que eso supone. ¡Obras! Cris, una amiga de este grupo de frikis llegó a la conclusión de que para hacer dinero en Londres en aquel momento había que montar una empresa de "scaffolding". Botella, hija mía: por si me lees esto significa "andamiaje".
Lo que no era de nueva construcción estaba en reformas y prácticamente no había acera en la que uno no caminase bajo andamios. En cambio ahora la cosa es bien distinta: desapareció un horrible reloj con la cuenta atrás de Trafalgar Square y el skyline de la ciudad desde el Támesis está más abigarrado de edificios hasta el punto de que el edificio de Norman Foster ha perdido el protagonismo que antes tenía. Y aunque de día la vista desde el puente de Waterloo no me hace mucho tilín reconozco que es bastante espectacular en cuanto el sol se esconde. Tengo que volver de noche para fotografíar desde allí porque esta vez entre pitos y flautas me fue imposible encontrar un hueco. Y esto es así porque no importa el número de días que pienses pasar en la ciudad, siempre te quedarán cosas en el tintero. Lo explico con un ejemplo: con todas las veces que he ido nunca he logrado cumplir el objetivo de fotografiar al atardecer desde el London Eye y no porque no quiera, es porque uno ocupa las horas con mil y una historias y siempre acabo postergando pero no perdiendo el tiempo, sino descubriendo nuevas cosas que yo desconocía de anteriores visitas como la zona entre el Teatro Nacional y el puente de Waterloo donde al lado de una galería de arte encuentras un restaurante o un bar de copas y el ambiente te invita a sumarte a la fiesta.
Lo que no era de nueva construcción estaba en reformas y prácticamente no había acera en la que uno no caminase bajo andamios. En cambio ahora la cosa es bien distinta: desapareció un horrible reloj con la cuenta atrás de Trafalgar Square y el skyline de la ciudad desde el Támesis está más abigarrado de edificios hasta el punto de que el edificio de Norman Foster ha perdido el protagonismo que antes tenía. Y aunque de día la vista desde el puente de Waterloo no me hace mucho tilín reconozco que es bastante espectacular en cuanto el sol se esconde. Tengo que volver de noche para fotografíar desde allí porque esta vez entre pitos y flautas me fue imposible encontrar un hueco. Y esto es así porque no importa el número de días que pienses pasar en la ciudad, siempre te quedarán cosas en el tintero. Lo explico con un ejemplo: con todas las veces que he ido nunca he logrado cumplir el objetivo de fotografiar al atardecer desde el London Eye y no porque no quiera, es porque uno ocupa las horas con mil y una historias y siempre acabo postergando pero no perdiendo el tiempo, sino descubriendo nuevas cosas que yo desconocía de anteriores visitas como la zona entre el Teatro Nacional y el puente de Waterloo donde al lado de una galería de arte encuentras un restaurante o un bar de copas y el ambiente te invita a sumarte a la fiesta.
Aunque no todo está tan arreglado. El Big Ben (sí ya sé, que le han cambiado el nombre pero para mí seguirá llamándose así) y el Palacio de Westminster estaban sin iluminar. A priori esto no pintaba bien para fotografiarlo por la noche pero a la hora azul cambié de idea cuando vimos la silueta negra recortada contra el cielo.
Ambas fotos tomadas con Powershot S90 apoyada en la barandilla del río.
El día que llegamos decidí que la Mark II y el Gorilla Pod se quedaban en el hotel.
El día que llegamos decidí que la Mark II y el Gorilla Pod se quedaban en el hotel.
Con Londres me ocurre algo: uno sabe que es una ciudad que tiene a mano y que no va a dejar de visitar. Por eso nunca me tomo estos viajes en plan proyecto fotográfico extenuador con la loca intención de fotografiarlo todo como si regresar fuese difícil. Pienso que esto se convierte en una ventaja. La ventaja de la relajación, del paseo por el paseo, sin una meta prefijada. Algo de eso ocurrió la tarde que nos acercamos a Chinatown. Siempre lo he atravesado de camino a alguna parte sin pararme en él. Me atrevería a decir que éste puede que ser el único lugar que he despreciado en Londres en anteriores ocasiones y en parte creo que la culpa de eso la tiene que la primera vez que puse un pie en un Chinatown fue hace muchos años en San Francisco. A partir de entonces todos los barrios chinos me han parecido de juguete o demasiado turísticos incluido el de Nueva York. De hecho, la impresión que tengo del Chinatown de Londres es que sólo sirver para ir a comer porque los restaurantes se suceden uno tras otro prácticamente sin interrupción a lo largo de las calles.
¡Hey, hey, hey! ¿Que ha pasado con los colores?. Bueno, ya sé que no es muy ortodoxo mezclar dos formas de procesado en un mismo tema pero... durante años mi forma natural de ver siempre ha sido el blanco y negro, fotografiar personas siempre me ha llamado más que los monumentos o los paisajes. Esa tarde estaba particularmente a gusto con la cámara y aunque no estaba pensando en procesarlas en blanco y negro lo cierto es que cuando me senté en el ordenador las percibía de esa manera y bueno, alguna ventaja tiene que tener ser el dueño del blog así que ¡vamos a mezclar!
Por si fuera poco ese día llovió al mediodía y unos buenos charcos siempre le dan un poco más de fotogenia a las calles.
Todo esto te hace pensar hasta que punto te condiciona el tipo de cámara que llevas. En este viaje me llevé una réflex con tres fijos: 35, 50 y 135mm. Pero también me llevé mi preciada compacta S90 para esos días donde uno no quiere cargar con nada. En las fotos se puede apreciar con bastante facilidad si usaba una u otra cámara, si bien en ocasiones la compacta ha hecho las veces de réflex por la naturaleza de la foto.
Bueno, ¿y qué?. ¿Ya está?. Pues no, la verdad. Hemos abusado. Pero abusar de verdad, sin reparos. El regreso a la normalidad ha sido muuuuuy traumático de tan bien que lo hemos pasado. Las próximas fotos no son para filosofar sobre fotografía ni procesados, son para poner los dientes largos:
Fuimos a la Menier Chocolate Factory a ver El Color Púrpura (fantástica adaptación musical de la novela) y antes de eso, en su restaurante, nos metimos una hamburguesa de las artesanales de proporciones mastodónticas rematada con un buen postre.
También fuimos a ver The Sound of Music en Regent's Park con la suerte de tener la noche más calurosa de nuestra estancia después de algunas lluvias amenazando que no se llevase a cabo el espectáculo.
También asistimos al concierto de los Proms de la BBC dedicado a los clásicos del cine en el Royal Albert Hall donde pudimos disfrutar de un concierto que parecía sacado de una de las listas de reproducción de mi iPod: Herrman, Steiner, Rózsa, Korngold, Waxman, Newman... ¿que más se podía pedir? . Si no lo retiran de Youtube aquí lo podéis ver íntegramente en HD. Debo decir que aquí me lo pasé realmente muy muy bien. Llevaba mucho tiempo queriendo ver a John Wilson en directo. El vello de punta.
Panorámica de 5 fotos tomadas con la S90
Y el climax de la frikez vino determinado porque mis dos acompañantes Isa y Marisa son dos frikis de Harry Potter así que ya que estábamos... fuimos a los estudios en las afueras de Londres donde se rodaron las películas. No sé si disfruté más viendo toda la parafernalia de las películas o viéndolas a ellas dos como auténticas crías reconociendo todo tipo de objetos y ¡nombrándolos correctamente sin mirar las etiquetas!. Y luego dicen que yo... total, ¿qué tiene de malo saberse los diálogos de La Guerra de Las Galaxias?.
Marisa, una persona excepcionalmente alta, al lado de "la maquetita" de Hogwarts.
Y a estas alturas se preguntaran: ¿y de Salgado qué?.
Salgado fue la primera visita que hicimos Isa y yo a la mañana siguiente de nuestra llegada a Londres. Ambos estábamos muy interesados en ver la exposición y de hecho el viaje se montó como excusa para ello ¡como si necesitáramos una excusa!.
No os voy a explicar otra vez la historia que me traigo con Salgado y bla, bla, bla... Por favor, lectores nuevos pasen por el siguiente link. La cuestión es que queríamos ver las fotos de Génesis a gran tamaño, apreciando los detalles, el grano (o el píxel según la foto). Y sobre todo ¡sin la doblez del cosido de una doble página partiendo la foto en dos!. Fue una auténtico disfrute ver una exposición bien montada y a pesar de que es imposible que esté la totalidad de la obra la cantidad de fotografías es más que suficiente para perder toda la mañana en ella. Tanto es así que no nos dio tiempo a visitar el Museo de Historia Natural en el que se encontraba la expo, edificio espectacular por cierto.
A todo esto, pasé por la tienda del museo (nos dejamos los cuartos en libros y otras cosas) y comprobé que los ejemplares del libro de Génesis tenían en su mayor parte el defecto de guillotinado del que tantos se han quejado, incluido yo. ¡¡¡Aaayyyyy, señor Taschen!!!
Me ha quedado una entrada muy larga, pero es que... ¡tenía que contarlo!.
What an amazing time you have had in London. Your words and stunning photos have captured the excitement, allure and intrigue of this city. Thank you for sharing.
ResponderEliminarThank you so much for your words Kathy. I hope next time you can come with us. It will be better yet.
ResponderEliminarParte de este viaje ha sido también el mío, así que me ha parecido una entrada especialmente estupenda, jeje. Y me ha encantado recordarlo ahora que parece tan lejano cuando aún tengo jetlag japonés :P.
ResponderEliminarExcelente. Y me encanta eso de "Marisa, una persona excepcionalmente alta". Que envidia os tengo, caramba.
ResponderEliminarEste comentario va directamente para Sergio y Elphaba. Lo que tenéis que hacer es dejaros de pamplinas: Sergio, te me apuntas al próximo homenaje. Marisa, me aprovechas el jetlag y empiezas a contar en tu blog pero ya tus aventuras en Japón.
ResponderEliminarOh, ya sabes que estoy vaga, pero es cierto que no he tenido tiempo de nada desde que he venido, y ni siquiera tengo todas las fotos aún.
ResponderEliminar¿Conseguiremos hacer la gran quedada londinense el año que viene?
¿Para el año que viene?.
ResponderEliminar¿Es necesario esperar tanto?.