Distracciones
Estaba yo en eso de elaborar una entrada para esta semana aprovechando lo poco apacible de la meteorología de este fin de semana. La cosa iba en eso de ir escribiendo, seleccionando fotos, me hago un cafetito, cambio la música que estoy escuchando, anoto en un trozo de papel ideas que no quiero que se me vayan, charlo por teléfono, mails, salto del editor de texto al Photoshop, reproceso para enfriar una foto que hace unos meses percibía como cálida... Y en medio de todo este trajín que suena agitado pero en realidad transcurre en lo que a mí me parece el ideal de una tarde de domingo (nunca me gustaron las tardes de domingo)* me tropecé con fotos de esta Navidad. Soy así, me distraigo con una mosca que pase.
Mi fugaz visita al Mirador de San Nicolás en diciembre tuvo como consecuencia no pocos disparos esperando que el cielo cobrara los tonos deseados mientras luchaba con las numerosas cabezas de otros turistas que como yo querían llevarse ese trozo de paisaje.
Quizá la meteorología no estaba acompañando con una ligera bruma en el horizonte. Pero lo que tiene La Alhambra es que es imposible sacarla fea. Íbamos en modo turista y eso incluye no llevar el trípode que estas fotos se merecían para no abusar del ISO 500 que a mí se me hace abusivo para una foto de paisaje. Por otra parte para compensar la menor definición de los objetivos a su máxima apertura llevé el diafragma hasta f2,8 tratando de alejarme todo lo que podía del f1,4. Con todo, no me resistí a hacer una panorámica de dos fotos con el 35mm porque se me hacía que una única foto con esta focal no hacía justicia a la grandiosidad del paisaje.
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Y al final resulta que he empezado a cerrar tanto el encuadre que la foto abre poco más que la tomada en un solo fotograma aunque finalmente La Alhambra respira un poco más por los lados.
La conclusión de los que allí estábamos: hay que volver con todo el arsenal. A ser posible al amanecer para no tener que luchar con las hordas turísticas (Clinton ya se podía haber quedado calladito). Si tuviera que mudarme a otra ciudad en España creo que sería ésta sin lugar a dudas.
Y ahora voy a tratar de seguir con la entrada en la que estaba... mmmm... ah sí, ya me acuerdo... ¿Manhattan?
* Dice Eduardo Punset en su libro El Viaje a la Felicidad que "La felicidad está en la sala de espera de la felicidad". Quizás por eso mi día favorito de la semana es el viernes por la tarde. Lo sé: estoy muy mal de lo mío.
Amigo Julio.
ResponderEliminarCreo que no te ocurre nada raro, quizás seas un procrastinador más de los que habitamos la tierra.
Por cierto, Granada es mágica, tus fotos lo demuestran.
Te he ganado, que lo sepas, ya he publicado la primera entrada de mis viaje a Japón de este verano, que lo sepas.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que dices de la felicidad y la sala de espera, creo que es totalmente cierto. Es ahí, cuando todas las opciones están frente a tí, y todavía no hay nada desaprovechado ni ninguna puerta cerrada, cuando más se disfruta.
El mirador de San Nicolás... mi primera novia, las tortas de la calle Duquesa al amanecer sentado frente a la Alhambra, los finales de fiesta... cuántos recuerdos me trae ese sitio. Y cuántas veces he fotografiado desde ahí la Alhambra. Pero nunca ninguna de mis fotos ha conseguido plasmar la magia verdadera que hay en ese rincón de la Tierra.
ResponderEliminarDr. Llavero: tenlo por seguro. Lo soy.
ResponderEliminarElphy: No vale, tenías información privilegiada sobre lo que escribía.
Antonio: Granada es un sitio que me hechiza. El hecho de que esté relativamente cerca de Sevilla hace que siempre la visite en un viaje de ida y vuelta en el día. Esta Navidad, aprovechando que me alojaba en Guadix, nos acercamos dos días. Pero necesito más. Necesito quedarme allí y pasear sin la prisa del que tiene que regresar en pocas horas. Sin horarios. Ya te haré saber.