Julio en el País de las Bicicletas
En el mes de octubre me desplacé a Gante en Bélgica para darme uno de esos homenajes de carácter musical a los que tan aficionado soy. Ya hablé de ello por aquí pero sobra decir que estos desplazamientos son aprovechados para hacer turismo y pasar tiempo con los amigos. Eso implica hacer fotos, a veces de forma casual y otras de forma más seria.
Esta vez me llevé mi compactilla porque el tiempo previsto anunciaba agua y no quería estar pendiente de un equipo que aunque mínimo no iba a poder usar como debiera.
Era mi primera visita a la ciudad y al país, en el que sólo había estado durante unas horas en uno de sus aeropuertos hace ya varios años de camino de Nueva York. ¿Y saben qué?: me quedé con ganas de más. Raro, ¿verdad?. La visita se me hizo corta, insuficiente. A pesar de que el tiempo fue demasiado grisáceo eché de menos la réflex que no me llevé. En otras palabras: tengo que volver. Lo sé, soy un tipo predecible.
La cuestión es que cuando descargué las tarjetas me encontré con que me había pasado dos días fotografiando bicicletas. Uno siempre tiene asociada las bicicletas a Holanda y China y como persona afín a este medio de transporte y usuario intensivo de los carriles bici de mi ciudad, me siento encantado de ver una ciudad donde hasta la policía va de patrulla pedaleando.
¡Qué!, ¿hay o no hay bicis?
Miedo me da pensar en cómo lo debe de pasar aquel que no recuerde por dónde la dejó.
Lo que me asombra es que prácticamente todas las bicicletas están llenas de accesorios: cestos en el manillar, alforjas, retrovisores, faros led... y sin embargo se aparcan en la calle por todas partes con una simple cadena. Mientras aquí nos llevamos hasta el sillín por miedo a encontrarnos la bici a nuestro regreso de aquella manera.
Pero no solo las bicis me llamaron la atención. Gante es una ciudad pequeña de ambiente estudiantil, con una vida cultural intensa y con las tiendas más coquetas que he visto en mucho tiempo. El turismo se percibe en sus calles pero más aún la hospitalidad hacia éste. Caras siempre sonrientes, amabilidad, esfuerzos por expresarse en español... en todas partes. No llegué siquiera a tener esa sensación de estar pagando un precio hinchado en mis consumiciones por encontrarme en una zona turística. Más de una ciudad española debería tomar nota de esto.
Esta furgoneta era un improvisado bar donde únicamente se sirven ostras y champán. |
En fin, aquí está un poco de lo que dio de si ese fin de semana. He abusado un poco más que de costumbre del Adobe Camera Raw para avivar unas fotos demasiado grisaceas por estar siempre al borde del chaparrón. Pero la ciudad lo merece porque rezuma alegría y vida intensa. ¡Y no voy a hablar de la cerveza y el chocolate que si no me pierdo!.
Buenos dias Julio, siempre es un placer visitar tu blog, madre mia, que belleza. Un saludo.
ResponderEliminar¡Que tempranito!.
ResponderEliminarPreciosas!!
ResponderEliminarLa 0320 me gusta mucho; también la que abre página y la del buzón rojo.
Reconozco más la ciudad en la galería de Flickr porque, entre tú y yo, no he visto Gante con esta luminosidad ni durante las fiestas de julio.
Sé lo que pensáis los fotógrafos de la reproducción que hace F., pero lo mío son osadías de ignorante, perdonables, espero.
En fin, en primavera tengo que ir a "vigilar" a un sobrinete que tengo alli y tu galería me estimula el deseo de volver.
C
Ja, ja... te las has visto todas en flickr, como casi siempre :D
ResponderEliminarLa realidad no era tan luminosa salvo en la última foto que fue de las pocas veces que apareció un rayo de sol. Además siempre con la amenaza de lluvia y chispeando de vez en cuando.
Sigue osando.
Y dices que a vigilar, eh...
¡Te lo dije! Te dije que Gante (y Bélgica) es fascinante, y que te sabría a poco. Yo sí he visto esa luminosidad, porque me pilló un tiempo primaveral buenísimo cuando estuve por allí.
ResponderEliminarLove the photo of you!!!!
ResponderEliminar